Cuando una pandemia da limones...
“Todos necesitamos algo que nos haga sentir cierto grado de normalidad y nos recuerde que no hace falta alejarnos más de lo necesario.” –Jim E., miembro de SCAN
En la última edición de SCAN Club, incluimos historias de miembros que encontraron formas de mantenerse activos y conectados en tiempos de la COVID-19. En las cartas y los correos electrónicos que nos mandaron como respuesta queda claro que muchos de ustedes se sintieron inspirados al leer estas historias. Algunos de los que nos escribieron nos contaron como ellos también aprovecharon al máximo este año difícil. Aquí van algunas de estas respuestas. No tengo dudas de que coincidirán conmigo en que los miembros de SCAN son personas increíblemente creativas e interesantes.
Que Netflix nos perdone, pero...…
Cuando Jim E. vio cómo se las habían arreglado los demás miembros para permanecer activos durante la pandemia, se sintió muy agradecido de poder asistir a las clases en línea del Osher Lifelong Learning Institute de la Universidad Estatal de California, Fullerton (OLLI-CSUF).
“No soy una persona pesimista, pero es alentador escuchar a otras personas reconocer que están en la misma situación y que lo que te pasa a ti le está pasando también a todo el mundo”. –Jim E.
Las tres a cuatro clases a las que asiste Jim cada semana a través de Zoom le dan la oportunidad de mantener su mente activa y tener interacciones interesantes con otros. “Es esa clase de camaradería que, de otra forma, no tendrías porque no te reúnes con nadie”, dice.
Jim asiste a una variedad de clases en línea. Análisis de deportes, Noticias financieras, Historia del Rock and Roll, Historia de la Segunda Guerra Mundial y cursos de tecnología y noticias médicas. “Me gusta aprender cosas nuevas, cosas que siempre me interesaron, pero que nunca tuve el tiempo o la oportunidad de aprenderlas hasta ahora”, agrega. “Me ayuda a mantener la mente activa y no quedarme viendo Netflix todo el día. No tengo nada en contra de Netflix, pero la vida es más que la televisión”.
OLLI es una organización de miembros que ofrece a los adultos mayores la posibilidad de aprender en un entorno universitario. Antes de la COVID-19, Jim asistía a los cursos de OLLI en persona, en el campus de Cal State Fullerton. Cuando cerró la universidad debido a la pandemia, OLLI-CSUF pudo dar continuidad a la mayoría de sus más de 150 clases a través de Zoom, con excepción de algunas (como una de las favoritas de Jim) que dependen de las reuniones presenciales. Jim dice: “Espero poder volver a las clases de poker”.
Los programas de OLLI se imparten en más de 100 institutos de todo el país, incluidos la mayoría de los establecimientos de la Universidad de California y la Universidad Estatal de California. Si desea encontrar un sitio en su área, visite osherfoundation. org/olli_list.html.
No hay restricción de viajar que pueda detener sus andanzas
Las restricciones a la circulación durante la pandemia no le impidieron a John R. explorar tierras lejanas y conocer amigos nuevos en sitios remotos; aunque en el comienzo no haya sido tan fácil. John comenta que al principio fue muy duro quedar aislado. “Parece como si el concepto de ‘distanciamiento social’ estuviera errado; deberíamos llamarle ‘distanciamiento antisocial’.”
Pero eso era antes de que descubriera que había lugares y personas a mucha distancia, que estaban al alcance de su mano, a través de su teléfono inteligente y su computadora. “Empecé a hacer amigos de todo el mundo. Y esto derivó en experiencias nuevas e interesantes”, comenta. “Por ejemplo, puedo conversar con gente de Los Ángeles o Nueva York (o las dos cosas al mismo tiempo), o hacer un tour virtual del Louvre con un amigo nuevo de Francia”.
A John le interesa particularmente la estereoscopía tridimensional. Nos cuenta que en las reuniones virtuales con los miembros de su club de estereoscopía, la tecnología les hace sentir que están “todos juntos en el mismo lugar, aunque estén en cualquier lugar del mundo.”
Conectarse con gente y con lugares lejanos también ha hecho que el mundo sea más pequeño de alguna manera. John lo pone en estas palabras: “Puedo estar hablando con alguien de Tailandia, Australia, Japón o China y darme cuenta de que ellos y sus familias tiene las mismas preocupaciones que nosotros”
.El pensamiento positivo la hace superpoderosa
Se puede decir que Virginia H. tuvo que sortear una buena cantidad de desafíos durante la pandemia. En mayo, le diagnosticaron cáncer de mama; se operó en septiembre y comenzó con las sesiones de quimioterapia en diciembre. Luego, comenzó el año con una prueba positiva de COVID-19.
“Mis hijos me hacen reír porque me llaman la mujer biónica”, comenta. “Me dicen que debo ser la mujer maravilla porque atravesé la quimio y después la COVID-19 sin siquiera pisar el hospital’. ”
Tal vez sus hijos lo dicen en broma, pero Virginia cree de verdad que tiene una especie de superpoder que le ha ayudado a superar los desafíos que se le presentaron. “Creo firmemente en el poder del pensamiento positivo. Siempre miro el lado bueno de las cosas”, comenta. “Incluso cuando me contagié de COVID-19 … me pasó que me asusté pero me dije a mi misma, voy a superarlo; y comencé a hacer afirmaciones positivas. Tuve mucha suerte y sé que tener una actitud positiva es clave”.
Virginia aplica su superpoder a todo lo que hace. Casi todas las actividades en el edificio en el que vive y trabaja como coordinadora de tiempo parcial están suspendidas, pero ella hace lo que puede para iluminarles los días a los demás residentes. Decora la pizarra de anuncios del centro recreativo inspirándose en las estaciones. Y para las fiestas, se puso el traje de Santa para entregar bolsitas de regalos en las puertas de los residentes.
Ella dice:“Si uno piensa en las limitaciones, eso es exactamente lo que obtiene”. “Pero si uno piensa que puede superar una situación, es probable que lo haga”.
Responder la llamada de lo salvaje
Irma con uno de los dos pelícanos a los que recientemente ayudó a sanar. Los pelícanos, que no se pudieron volver a liberar, ahora viven en una reserva para aves en The Flamingo Hotel en Las Vegas.
A pesar de que Irma M. toma todas las precauciones necesarias para no contagiarse de COVID-19, aun así recibe muchas visitas que le hacen compañía. En su terreno de media hectárea en las montañas del sur de California, Irma cuida de una colección de aves y animales silvestres que están enfermos o heridos.
Irma trabajó durante más de 20 años con el proyecto Pacific Wildlife rehabilitando a animales salvajes. Los voluntarios de esta organización sin fines de lucro rescatan, rehabilitan y liberan animales en peligro; y la pandemia fue un momento particularmente difícil para ellos. Entre los animales que han estado bajo el cuidado de Irma hay un pelícano blanco herido, un pavo real y una ardilla a la que hay que darle de comer con la mano, ya que un auto la atropelló y le fracturó la mandíbula.
Aunque últimamente está dedicando gran parte de su tiempo a cuidar de sus huéspedes salvajes, Irma no deja de ocuparse de su propia salud. “Había aumentado algo de peso y noté que esto empezaba a afectarme la tiroides, pero no quería empezar a tomar una medicación”, nos cuenta. “Así que empecé el plan Lindora (una dieta) como guía para saber qué comer y perdí 20 libras. También me amigué con la balanza y ahora me peso frecuentemente, hago yoga y cumplo con mis 10 000 pasos diarios. Ahora, me resulta más fácil hacer yoga; me siento más liviana y la ropa me queda mejor”.
“Sé la edad que tengo, las arrugas me lo recuerdan, pero no voy a dejar que un número me impida hacer lo que amo”. – Irma M.
Irma dice que extraña la conexión con las personas. Espera poder salir a almorzar con amigos de nuevo y va a continuar con la tradición de hacer tamales para sus vecinos la próxima Navidad. Pero pasar tiempo con sus amigos peludos, emplumados o escamosos la ayuda a evitar la sensación de soledad y la mantiene activa haciendo algo que la apasiona.